Carbón, gas, petróleo… Tres fuentes de energía que han servido de combustible para el mundo entero desde hace muchos años, pero que también han sido la causa de muchos problemas ambientales que nos afectan a todos. El uso de cada uno de estas fuentes de combustible ha ido reduciendo su existencia por ser, en su mayoría, fuentes no renovables; razón por la cual muchos científicos han buscado la forma de generar fuentes de energía renovables que nos permitan reemplazar el uso de los combustibles fósiles y prolongar nuestra existencia reduciendo el impacto ambiental.

Así como los cerrajeros investigan constantemente sobre novedades en cuanto a cerraduras y llaves, los científicos en torno a las fuentes energéticas (electricistas, ingenieros de petróleo, ingenieros de gas, ingenieros de fluidos, mineros de carbón) han dedicado sus esfuerzos desde décadas atrás con el fin de reducir el consumo de éstos tipos de combustible y en consecuencia el impacto ambiental.

¿Será este el fin del uso de los combustibles fósiles? Te contamos algunos detalles

El bueno, el malo, y el feo

Todos tenemos perspectivas diferentes respecto al uso de los combustibles fósiles, pero es innegable el hecho de que su uso ha contribuido en la mejoría de la condición de la vida de la humanidad desde que se usan.

En el caso del carbón, siempre lo hemos visto como el ese personaje feo y poco agraciado de alguna serie o película. De niños nos decían que cuando tuviéramos mal comportamientos Santa Claus nos traería un pedazo de carbón por nuestras malas acciones; pero del mismo modo fue la fuente de energía que permitió la invención de la locomotora y dio pie al nacimiento de la tecnología de vapor. La industria del carbón ha tenido logros significativos en la reducción de emisiones de dióxido de carbono y por ende la reducción de la lluvia ácida por medio de una política denominada “uso limpio del carbón”.

El malo de la partida, el petróleo (aunque el uranio tiene peor reputación por sus implicaciones radiactivas y desechos no procesables ni reciclables). Siempre hemos leído, incluso en los libros de texto que teníamos en la primaria, que el petróleo es una fuente de energía no renovable que ha causado innumerables estragos (no solo ambientales). Pero poco se habla del éxito que el uso de este tipo de combustible ha generado, dando pie a la consideración del hidrógeno verde (hidrógeno que se extrae de fuentes vegetales) como una fuente de energía alternativa.

Por último, pero no menos importante, tenemos al “bueno” de los combustibles fósiles: el gas natural. Fue el último eslabón de las fuentes de energía no renovables que se han puesto en práctica durante las más recientes décadas; usado como alternativa al petróleo, el gas natural ha dado pie a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono que se genera con el carbón así como del petróleo y sus derivados. El uso de esta fuente de energía ha ido de la mano con el uso de las energías renovables, pues muchos científicos han logrado generar (de cierta forma) gas por medios artificiales (así como lo hicieron durante los finales del siglo XIX y comienzos del XX con el vapor).

¿Dejaremos de depender en algún momento de este tipo de fuentes de energía? Es algo prematuro hablar de ello, si bien las reservas de gas natural, petróleo y carbón comienzan a mermar por el uso desmedido de los mismos, tampoco resulta de forma inmediata su desaparición; pero es inevitable que pudieran llegar a reemplazados por otras fuentes más efectivas y con menor impacto ambiental.

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